El confinamiento decretado por el Gobierno a causa del COVID-19, que es beneficioso para la sociedad,  tiene también consecuencias negativas: los llamados efectos secundarios o colaterales. El ser humano no está preparado para estas situaciones, es decir el confinamiento domiciliario,  aunque en este caso es  conveniente para la sociedad, pues evita el contagio y al mismo tiempo su  expansión.

Ante esta tragedia las personas pueden sufrir una serie de alteraciones tanto psíquicas  como físicas de distintos grados, por lo que es importante no se dilate en la cronología del tiempo esta pérdida de libertad. En estos casos el Gobierno debe informar  en cada momento, así como transmitir las dudas que se plantean, sea de la importancia que sea, especialmente las  referentes al abandono del enclaustramiento.

Entre los factores psíquicos más importantes que se producen está en primer lugar las crisis de ansiedad  motivada por el propio aislamiento o por causas relacionadas con el mundo laboral. Las personas que están predispuestas, son más afines a padecer cualquier trastorno mental: estrés, ansiedad, depresión o cambio de carácter. Asimismo, es  clave en el aumento de crisis matrimoniales que conducen  a desavenencias entre las parejas con el consiguiente perjuicio para ellas y sus hijos.

En estas circunstancias de reclusión el ser humano es proclive a la adicción a cualquier sustancia, sobre todo  en personas que tengan propensión a esta patología. Es lo que  ocurre con los alimentos, cuando se comen en exceso, sin freno y que llegan a desarrollar la bulimia.

En este sentido, existen casos graves como es la ingestión de bebidas alcohólicas. Es un tema interesante este apartado, sobre todo los factores psicológicos que influyen en la toma de alcohol en exceso. En general, en determinadas circunstancias cualquier persona puede ser alcohólica; una de ellas  es el confinamiento, que se puede desarrollar en ciertos individuos como tener un carácter infantil, inmaduro, en ocasiones introvertidos y otras extrovertidos.

Está demostrado que estar aislado induce a beber más. Durante la llamada Ley Seca en Estados Unidos entre los años 1920 y 1933, que prohibía la venta de bebidas alcohólicas, fue un rotundo fracaso, con aumento del consumo de alcohol de forma clandestina, incrementándose el número de hepatopatías, principalmente cirrosis hepáticas.        

Las personas con enfermedades psíquicas en tratamiento, el enclaustramiento desencadena una exacerbación en sus patologías, sobre todo si es por tiempo indefinido, ya que la incógnita de no saber cuándo va a terminar es lo que agrava a estos pacientes, aunque sucede igual con el resto de la ciudadanía. 

Estar encerrado por tiempo indefinido sumado a los problemas laborales, lleva consigo alteraciones físicas. “El estrés ha aumentado las enfermedades de la piel”, asegura en ABC el doctor Julián Conejo-Mir, catedrático y jefe de servicio de Dermatología en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. “La caída del pelo se ha incrementado en forma de calvas. Asimismo, la aparición de psoriasis”, matiza el doctor Conejo-Mir.

Se ha constatado a nivel psicosomático un mayor número de afectados: “Se están dando más en personas de mediana  y de mayor edad; en estos últimos el confinamiento ha aumentado su soledad.”, señala también a ABC de Sevilla, el doctor Celso Pareja-Obregón, internista y especialista en Medicina Psicosomática. “El insomnio tiene su presencia, estando relacionado con la ansiedad y  el mundo laboral. Igualmente, el no trabajar cambia el ritmo del sueño, se levantan más tarde y duermen la siesta”, termina el doctor Pareja-Obregón.

Lo ideal es que se terminara pronto esta reclusión y podamos saludarnos fuera de casa, sería buena señal. Hay que seguir, pero no  olvidar por  parte del Gobierno, a estas personas, que son bastantes y padecen estos efectos colaterales.