Conviene a todos, me incluyo, leer y releer detenidamente a pensadores, filósofos, historiadores, estadistas, incluso economistas,  de época actual y pasadas, que dejan su impronta en múltiples aspectos de la vida políticosocial, para no caer en los mismos errores ya cometidos y que vuelven a reiterarse.

 Sobre la corrupción, aclarar que siempre ha venido de la mano del PSOE, que pregunten a UGT. También se nos olvida el caso Filesa y Roldán, entre otros. Incluso Joaquín  Leguina comenta: “La poca o nula preparación de Adriana Lastra y todos los regímenes comunistas, desembocan en fracaso por la escasa y carente preparación que exhiben”. Pedro Sánchez, es un ser apolítico, con ego hipertrofiado que se acompaña de un infantilismo, además de ser un sujeto reprimido, por lo que no está en condiciones para gobernar España y, sí que debiera leer lo mínimo de un estadista, para saber lo que es ser un mandatario. 

 “El hombre vacio de su propia historia, sin entrañas del pasado, y por tanto dócil a todas las disciplinas, carece de un “dentro”, de una intimidad suya y cree que sólo tiene derechos y no obligaciones. Es un snob, sin nobleza”, así define José Ortega y Gasset al hombre-masa en su libro “La rebelión de las masas”. Esta definición se acerca muy mucho al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. La demagogia exhibida por Sánchez ha llegado a límites extremos, algunos ejemplos: el Aquarius, la deuda a la Seguridad Social, el caso del Open Arms, etc., todo ello, para lucro electoralista. “Los  demagogos han sido los grandes opresores de las civilizaciones. La demagogia del demagogo habita en su mente y radica en su irresponsabilidad ante las ideas que utiliza y que no ha inventado, sino recibido de los verdaderos creadores. La demagogia es una degeneración intelectual”, señala en su libro Ortega y Gasset.

 En su agonía de poder, está manteniendo reuniones con todos los partidos de izquierdas: populistas, independentistas, separatistas y proetarras (Bildu), desdeñando  todo lo constitucional, este furor e irracionalidad,  llevará a nuestro país a una fractura  peligrosa para la estabilidad del pueblo español. Se ha erigido en “justiciero” en el sentido estricto de la palabra, como privilegios a etarras con acercamiento de presos a sus sitios de origen, a la vez que promete sus excarcelaciones.

“El Gobierno vive el día a día, no vislumbra un futuro, vive sin programa de vida, ni proyecto. No sabe dónde va porque, en rigor, no va, no tiene camino definido. Cuando ese Gobierno intenta justificarse, no alude para nada al futuro, al contrario, se recluye en el presente y se justifica diciendo que ha sido impuesto por las circunstancias. O sea, por las urgencias del presente, no por cálculos del futuro”, matiza Ortega y Gasset en su libro “La rebelión de las masas”. “Así ha sido siempre el Poder público cuando lo ejercieron directamente las masas: omnipotente y efímero. El hombre-masa carece de proyectos y va a la deriva”, termina.

Aunque no se llevara a término la formación de Gobierno, se le ha visto “el plumero” a Sánchez en su manera de actuar.